Rodríguez al 726, una dirección que, para muchos tandilenses, forma parte de su vida y sus recuerdos. Con un extenso recorrido, de casi 50 años, ha sido cuna de grandes historias y se puede decir que fue uno de los locales más emblemáticos de la ciudad.
Desde Enfoque de Negocios dialogamos en una entrevista exclusiva con Mario Montani, último dueño de la confitería e hijo de los fundadores.
Según él, el nombre de la misma está relacionado con su hermana, quien casualmente se llama Norma y afirmó que su madre se lo reconoció en una de las tantas charlas que mantuvieron mientras atendían el negocio.
“Mi hermana tuvo una enfermedad que se llamaba Acetonemia que, en aquella época, tenía una mortalidad como la que tiene el COVID-19 hoy… era una cosa tremenda. Por esta razón estuvo internada y mis viejos dijeron: ‘Si ponemos la confitería y se cura, le ponemos Norma’”.
“Mi hermana dice que no, pero yo sostengo que sí”, sentenció Mario entre risas.
Para el recuerdo
Los merengues, los borrachitos o borrachos con dulce de leche, los palos de Jacob, el postre de chocolate, las palmeritas y la milhoja son algunos de los productos que allí se elaboraban.
Sin embargo, a pesar de haberlo intentado, “nunca se hizo pan en la confitería” ya que no fueron buenos panaderos, expresó Montani.
También recordó el famoso “pancho con Coca Cola de la Norma” que “era lo más cajetilla que había”. Los chicos del Colegio San José salían de la misa de las 11:00 y venían a comerlo, manifestó.
Por otra parte, dentro del local sucedieron grandes historias, como mencionamos anteriormente. Entre ellas se puede destacar el debut artístico de Facundo Cabral, quien tuvo la oportunidad de cantar por primera vez ante el público junto a la orquesta de Mario De Miguel.
A su vez, “Los Cardos” realizó la primera reunión de la Comisión Directiva allí mismo. “Era el lugar de la sede”, aclaró Montani y agregó que antes el club se llamaba “Fast Filter”.
La publicidad en aquella época
En cuanto a la confitería, Montani comentó que una vez contrataron a un pastelero italiano que cocinó la “torta araña” y para promocionarla utilizaron una camioneta antigua que había sido reformada de manera tal que se pudiera ver hacia el interior y, a su vez, tenía incorporado un megáfono, a través del cual se publicitaba mientras daba la vuelta al centro, entonces “la gente iba caminando atrás de la camioneta y miraba la torta”.
“Yo pensé que nunca se iba a cerrar… Pensé que iba a ser para toda la vida”
En septiembre de 2.008 fue la última vez que la confitería abrió sus puertas, según Montani y explicó que fueron varios los motivos que lo llevaron a tomar esta difícil decisión.
En primer lugar, “hubo un cambio de épocas, en la confitería siempre se laburó en familia. En el último tiempo yo quedé solo”, dijo Mario y agregó que, si bien ya existían las heladerías, “aparecieron los helados por litro que reemplazaron por precio a un kilo de masitas”.
A modo de reflexión advirtió, “los viernes y sábados la gente que iba a comer se llevaba el postre de la confitería o las masitas, ahora va con el helado”.
“Aunque parezca mentira, pegó mucho el tema de la salud en las comidas”, añadió y reveló que las elaboraciones tenían un “altísimo” contenido graso.
Otra de las razones se la atribuyó a “Supermercado Norte”, ya que “era una aspiradora, no había gente en el centro”, concluyó.
Por último, realizó una autocrítica y manifestó que debió haber hecho algún cambio para adaptarse a las nuevas demandas del mercado.
Agustín Soriano
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