¿Cómo puedo ayudar a mi hijo a elegir una carrera?

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Elegir una carrera: un momento clave en la vida

Un contexto económico que no permite planificar o que dificulta visualizar cómo será el mercado laboral en unos años; la revolución tecnológica que irrumpe en las profesiones, las transforma, las resignifica y en algunos casos hasta las amenaza y una constante presión social que determina o pretende determinar qué es el éxito en la vida, son algunos de los motivos por los cuales elegir una carrera universitaria para los adolescentes de hoy en día es una tarea más que ardua.

En un país donde se reciben de la universidad el 20 por ciento de los inscriptos, mucho tiene que ver la elección de los chicos al momento de ingresar a la misma. Enfoque de Negocios se acercó a Garrido y Asociados, la reconocida consultora que brinda un servicio de Orientación Vocacional para “acompañar a los adolescentes en el proceso de encontrar dentro de ellos la profesión” (como indica María Clara Calbo) para conocer la realidad y el pensamiento al que los adolescentes se enfrentan hoy en día y como lidian con ello.

Jorguelina Guerendiain (Psicopedagoga) y la citada María Clara (Licenciada en Psicología) desde hace unos años llevan adelante el taller, desde el cual potencian la capacidad de los adolescentes de “encontrar su propio camino”, como dice Guerén, en medio de una etapa de la vida tan complicada. En esa edad, según Jorgelina,  “pensar tu profesión, qué vas a hacer toda tu vida es difícil; pero de eso se trata el encuentro que trabajamos, de darles herramientas para que ellos encuentren por sí mismos que es lo que quieren hacer”.

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El taller consiste en encuentros semanales de aproximadamente una hora y media, donde se interactúa con los adolescentes de manera grupal, construyendo entre todos y mediante el diálogo el conocimiento de cada uno por sí mismo.

Según las especialistas, hoy los chicos tienen muchas presiones: desde el contexto económico adverso hasta las presiones culturales, muchas de las cuales nos parecen impropias para adolescentes pero de las cuales ellos son muy conscientes y les pesan mucho: el esfuerzo de los padres por pagar sus estudios, la salida laboral de lo que ellos gustan de hacer e incluso el concepto cultural del éxito, que para muchos de ellos es “ganar mucho dinero, escalar socialmente o tener muchas cosas, en vez de verlo como el hecho de superarse a sí mismos, de decidir qué se quiere ser y luchar por eso, por tratar de ser mejor”, como explica Guerendiain.

Es interesante el rol de la familia como acompañante también del proceso del joven. Antes de iniciar los encuentros las profesionales tienen una entrevista con los padres donde se hablan las expectativas de los mismos y se los aconseja también para ser parte constructiva del proceso. Para Guerendiain y Calbo, que los chicos puedan repensar todo eso que traen de sus casas, pero también de la sociedad en general, es fundamental como objetivo del espacio.

Muchos confunden profesión con vocación”  explica Jorgelina; “se sorprenden cuando descubren que una cosa es a lo que vas a dedicar y otra lo que te apasiona, que no siempre es lo mismo. Por ejemplo un chico descubrió recientemente en el taller que la profesión de su madre, que era contadora, no era su verdadera vocación, que era ser escritora. Es muy importante entender la diferencia”.

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Consultados sobre qué motivaciones ven ellas en los chicos con los que trabajan al momento de pensar la carrera, Calbo nos revela que hay una tendencia muy fuerte a que el móvil sea económico: “ellos tienen ambición, quieren crecer, pero lo ven especialmente desde el lado económico, del dinero”; ese tema de imaginar el éxito como “tener cosas, o estar mejor posicionados” que los amigos por ejemplo, o darle orgullo a los padres por lo que se logró ser.

Ayudarles a reflexionar sobre estas cuestiones es lo que se propone en el taller; pensarlas, hablarlas, exponerlas en grupo y acercarse al equilibrio entre cuestiones culturales, pasión y aptitudes y capacidades del chico en pos de esa compleja  búsqueda. De esta combinación saldrá, con el tiempo, una decisión sabia sobre cómo lidiar con las “expectativas del egreso” y qué camino continuar.

Sabiendo también que, como dice Guerendiain, “también uno puede ver en el tiempo que se equivocó y decidir cambiar”  pero que, lo más importante, es tener “el bagaje emocional para luchar por ser mejor que uno mismo”.

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