Una porción de historia: Confitería Norma

Confitería Norma
Personal de la confitería en la década del 60.

Confitería Norma, una parte de la historia tandilense

Rodríguez al 726, una dirección que, para muchos tandilenses, forma parte de su vida y sus recuerdos. Con un extenso recorrido, de casi 50 años, ha sido cuna de grandes historias y se puede decir que fue uno de los locales más emblemáticos de la ciudad.

Desde Enfoque de Negocios dialogamos en una entrevista exclusiva con Mario Montani, último dueño de la confitería e hijo de los fundadores.

El 16 de mayo de 1948 se abrieron por primera vez las puertas -fecha importante en la trascendencia de la historia de la confitería-, señaló Montani, quien luego explicó el motivo. Si bien se inauguró en esa fecha, hay un hecho previo que, sin dudas, merece la pena ser contado.

Los padres de Mario trabajaban en la panadería La Roque que se ubicaba en Rodríguez al 500 y vivían en una casa que se encontraba exactamente al lado.

Un día, luego de terminar la jornada laboral, estaban por ingresar a la vivienda y Don Juan -papá de Mario- le dijo a Emma -su esposa- “pará pará, no entres. Vení, acompañame”.

Caminaron dos cuadras hasta llegar a Rodríguez al 700 y, señalando con su mano, expresó “ves, este es el local que quiero alquilar para poner nuestra confitería”. A lo que ella le respondió “¿Acá, Montani? -en esa época se llamaban por el apellido-. Pero esto no es el centro” y él, al instante, replicó “vas a ver, esto va a ser pleno centro”.

De esta manera surgió Confitería Norma, según el relato de Mario Montani.

En los inicios, “mi viejo le pedía prestado a una panadería el horno de 03:00 a 06:00 de la mañana. Se iba con la masa cruda, la cocinaba y la traía cocida para decorar, preparar y presentar para exhibir al otro día”, agregó.

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Confitería Norma
Juan y Emma, fundadores de Confitería Norma

 

“Ellos fueron muy visionarios”

Mario comentó como obtenían algunas de sus recetas que luego eran ofrecidas a la clientela.

“Mi vieja me llevaba a ‘Harrods’ -tienda de comercios en Buenos Aires, donde había un local gastronómico muy importante- y pedía té con masitas. Las cortaba, las rompía todas, las despedazaba… Al otro día se iba a la fábrica de masas con mi viejo y le decía ‘mira había una que tenía tal cosa, alrededor era así’ y mi viejo frangollaba, ponía, sacaba… A los cuatro días, las masitas que estaban en ‘Harrods’, estaban en venta en Confitería Norma’”.

Montani aclaró que sus padres “fueron los primeros en Tandil que vendieron sándwiches de miga por unidad”, ya que “antes solamente se hacían para los casamientos”.

En relación a las virtudes que expresó sobre ellos, hizo alusión a la siguiente anécdota que deja al descubierto el modo de pensar y de actuar que tenían.

Uno de los principales clientes que tenían era el ejército, ya que hacían reuniones muy grandes.

“Un día hay una fiesta y no contratan el servicio de la confitería, entonces mi viejo dice ‘¿qué pasa?’-no entendía por qué no los habían contratado para preparar el catering-. Le respondieron que habían contratado un servicio de Buenos Aires… porque decoraban la mesa de la comida.

Mi viejo, lejos de ofenderse, de enojarse, de criticar; nos mandó a los tres o cuatro días a mi hermana y a mí a trabajar en la cocina del Sheraton de Buenos Aires. A los dos meses aprendimos las técnicas, nos vinimos y trajimos un grupo de gente que trabajaba en el hotel para laburar en un casamiento acá, entre ellos un chef para capacitar al personal de la confitería… Al mes, el cliente había sido recuperado”.

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“Yo digo que mi viejo, no estaba vivo, pero él hubiese traído un McDonald´s, seguro”, sentenció Mario.

Con el tiempo, gracias a todo el esfuerzo que realizaron, alquilaron un local que había al lado de la confitería y, posteriormente, los compraron a ambos.

Tal como dijo Mario, el 16 de mayo significaba una fecha especial para la confitería, dado que era el aniversario y, por esta razón, brindaban una fiesta en la que invitaban a los niños, niñas y ancianos que pertenecían a los hogares de asilo para agasajarlos.

Por este local, donde seguramente usted que está leyendo esta nota ha estado, han pasado diferentes personalidades, no solo de Tandil sino de toda la nación.

“Me acuerdo la cola que se hacía los domingos. Me acuerdo del General Onganía con la familia, que era Jefe de Regimiento en ese momento. Vino Alfonsín antes de ser presidente”, manifestó Montani y añadió que, a través del servicio de catering “atendimos a Illia en el despacho del Intendente, a la Princesa Benedicta de Dinamarca en la Municipalidad y a Menem cuando se reunió con todo el gabinete nacional y provincial en la Cámara Empresaria”.

 

Agustín Soriano

 

Enfoque de Negocios continuará esta entrevista el próximo lunes 5 de julio.

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