Punto de partida: una historia de amor
Una empresa familiar dedicada a la cría y ordeñe de razas lecheras en las afueras de Tandil, con un modelo de producción agroecológica, cuyos orígenes se vinculan a una historia de amor conmovedora.
Amador López, oriundo de Lugo, Galicia, se enamoró de este terruño. “La historia es bellísima –describe entusiasta José María- porque él viene de visita cuando era muy joven. Tenía tres tíos acá, de los cuales dos eran solteros y uno casado, y bueno como quien dice, pega onda con los tíos. A él le toca en un momento por la ley del mayorazgo, le mandan una carta de la casa para hacerse cargo de los bienes familiares y de la familia. Esa es una ley española muy antigua, el hijo mayor se queda con el noventa y cinco por ciento de los bienes pero tiene que hacerse cargo de sus padres hasta el final de sus días. Y él desestima esa carta y lo manda a un hermano, al siguiente, lo envía a España con esa carta, que es como una propuesta legal, y abandona eso para quedarse en Tandil porque le había gustado Tandil, se enamoró de esto”.
“Y al poco tiempo viajó a España y la invitó a Josefa López que es mi suegra, que vive aún, a venirse acá. Se casaron a la misma hora pero en distintos países. Ella vino seis meses después, por el papelerío para entrar. Mi suegra estaba muy bien en España, yo le dije viniste engañada”, bromea Cano. “Y vino a cuidar a dos personas mayores que al poco tiempo se murieron, a cocinar para un montón de gente, es como venir, sacarte los anillos y empezar a laburar. Josefa tiene ochenta y cuatro años y no la podemos parar, hace la quinta, tiene una salud impresionante”, describe el ingeniero.
Campo & Ciudad
En 2019 el establecimiento abre sus puertas para que tanto las familias de la ciudad como quienes nos visitan conozcan de cerca los diferentes procesos de producción: de leche, pollos, gallinas. Y promover este modelo de producción sustentable y respetuosa del ambiente como del bienestar animal, en la búsqueda de una mejor calidad de vida.
En relación a cómo surge esta combinación entre educación activa, los saberes del campo y turismo rural, Cano recuerda que “Hace mucho tiempo una profesora de mis hijos en Sagrada Familia me propuso si podía venir con los chicos de tercer grado, sería el año 2012, 2013. Al año siguiente otra vez. Esto es un campo, no es Disney, pero los chicos se pasaban todo el día acá. Hacíamos una hora y media de recorrida y el resto de las cuatro horas se las pasaban acá, al aire libre, corriendo pajaritos. Y un día le pregunto: en el marco de qué vienen ustedes acá y me encantó el título `Relaciones sociales y productivas entre el campo y la ciudad`. Después les hacían preguntas, tenían que indagar, cómo era la vida del tambero, qué hacía, cómo se levantaba, me preguntaban si yo era el dueño. Con eso me fui motivando, al poco tiempo me anoté en un grupo Cambio Rural Turismo con Elena Valdez, de a poco también el Clúster Quesero, la Dirección de Turismo y la Universidad armaron la Ruta del queso y nos invitaron a formar parte de la producción primaria”.
Experiencia sensorial
En la praxis cotidiana lo que comprueba la familia tambera es que “Lo técnico no es tan importante como el poder tocar, los chicos vienen y ya quieren ir a tocar el ternero, a darle la mamadera. Otra cosa de la que nos dimos cuenta -añade Cano-, es que el recorrido te lo tiene que contar un tipo que trabaja acá, que sabe, porque van a ver gallinas, porque juntan huevos, porque Matías tiene amansada una vaca negra que la toca todo el mundo, con la que se sacan fotos, que la bautizó Chela porque al tambero le decimos Chelo. No importa si la gallina da veinte huevos o da uno, la gente viene queriendo ordeñar, experimentar, contactarse con la naturaleza”.
“Estamos en zona suburbana, no tenemos uso de fitosanitarios desde 2016, es un campo agroecológico, con un manejo holístico de la ganadería. También ha venido gente de un terciario interesada especialmente por la agroecología. La laguna de purines o de efluentes del tambo sale rumbo a la calle porque en la época en que mi suegro la hizo no había calle, eso que sale es agua con bosta de la vaca cuando se está ordeñando, ahí se llenó de patos, se hizo una laguna permanente. La gente con este tema de la pandemia sale a caminar y se saca fotos en esa laguna”.
“Convivimos bien con la ciudad. Lo que falta es comunicación, pensamos diferente, como pensamos diferente con un íntimo amigo, y en ese diálogo salimos enriquecidos”, afirma José María.
En vacaciones de invierno
Además de abrir los sábados desde las 10:00, previa comunicación vía Instagram o Facebook, con visitas para grupos de 10 personas, ahora en vacaciones de invierno, suman los días martes, miércoles y jueves.
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